Publicado en El Ideal por Antonio Corbillón
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Nunca antes los servicios secretos del mundo han colaborado tan estrechamente. Hacen falta 10 agentes para seguir cada peligro potencial
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Militares, políticos y diplomáticos dirigen los servicios de inteligencia de las grandes potencias. El último en ‘fichar’ es el jefe del Mosad, Yossi Cohen, un maratoniano al que llaman ‘El modelo’ por su figura y sus trajes impecables. Mañana toma posesión
La moral no es una categoría en los servicios de inteligencia. El trabajo a veces es sucio. Pero en un mundo de terror, guerra, narcotráfico y millones de refugiados, es necesario». Lo dijo hace mes y medio el jefe de los espías alemanes, Gerhard Schindler, ante las cámaras de la televisión. Nunca antes se había visto a un personaje de este perfil ante el gran público. Pero la realidad que encaran hoy día todos los servicios de seguridad de las grandes potencias les está llevando a vivir en una revolución permanente de métodos, aprendizaje y adaptación a los riesgos para sus países. Tampoco les preocupa ser reconocidos. «Es hora de acostumbrarnos a los servicios de inteligencia como parte de nosotros y no como algo oscuro y tenebroso», recomienda el investigador principal en Seguridad del Real Instituto Elcano, Félix Arteaga. Schindler proporcionó en nombre de su gremio la mejor dosis de sinceridad y transparencia.
Este jefe del BND germano (Servicio de Inteligencia Federal) ha tenido que lidiar con el mayor escándalo de la Alemania unificada y democrática. La confesión de que hicieron el trabajo sucio para sus colegas de la NSA americana (Agencia de Seguridad Nacional). Durante diez años, los alemanes recibieron ‘selectores’, un dispositivo que les permitió espiar miles de móviles y conexiones IP de ordenadores de altos cargos en la Comisión Europea. El escándalo de las escuchas alcanzó a políticos franceses y británicos. También a François Hollande y a líderes laboristas ingleses. Lo resume el exagente español David R. Vidal, que condensó 16 años de experiencia en el libro ‘Diario de un espía’: «La NSA lo sabe todo. No le pide permiso a nadie».
El espionaje entre potencias que se declaran amigas no es obstáculo después para celebrar reuniones como ‘El siglo XXI, Misión Internacional Compartida’, que congregó en Washington a finales de octubre a los jefes de la CIA (John Brennan), su equivalente británico del MI6 (Alex Younger), la DGSE francesa (Bernard Bajolet) y un enviado del Mosad israelí. Como remarca David R. Vidal, «no existen servicios de inteligencia amigos, sino intereses compartidos». Viven en permanente estado de alerta y más después de los atentados de París. «Están todos muy desbordados. Las cosas dan la vuelta todos los días. Y las reestructuraciones son inevitables», resume Félix Arteaga.
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